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LA COMIDA Y SU SIGNIFICADO SOCIAL

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Todo ser vivo, para mantenerse como tal, precisa alimentarse. El hombre, omnívoro donde los haya, no es una excepción, aunque algunos algunas veces parezcan pretender que lo sea.

La imprescindible nutrición exige la ingestión de alimentos, el acto de comer. Edo, ergo sum, «Como, luego soy», dictaminaba Miguel de Unamuno en su interesante prólogo a una no menos interesante obra de Turró, tristemente olvidada, titulada de manera altamente significativa: Orígenes del conocimiento: el hambre.

http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/retrats/javier-aizpiri-2-podar-adobar-i-posar-al-sol-/video/5514960/

Podemos darle la vuelta: «Soy, luego como». No caben dudas: sin comer, sin comer en cantidad suficiente, sin comer con una mínima variedad alimentaria, no es posible la vida, por lo menos no lo es en esa deseable plenitud que denominamos salud.

Alimentos variados

Pero la comida no sólo es nutrición; comer no es sólo alimentarse. Comer es un acto que todo ser humano medianamente longevo se ve obligado a practicar miles y miles de veces a lo largo de su vida. En consecuencia, la comida –los alimentosy el acto de comer pueden y suelen asociarse a múltiples circunstancias que con frecuencia resultarán significativas emocionalmente para el comedor en cuestión.

Desde la misma cuna, cuando la madre está amamantando a su bebé, los fenómenos que sobrevienen son muchos más que la simple ingestión y posterior digestión de la leche ingerida.

El bebé experimenta la supresión de una sensación desagradable, el hambre, en presencia de su madre. Además, ésta contacta táctilmente con él, le habla, mira sus ojos, le besa, le atiende. El pequeño no sólo está alimentándose; también está vinculándose a su madre.

La ingestión alimentaria del niño da a su madre la ocasión de resultar asociada a múltiples experiencias gratificantes. De este modo, la madre va adquiriendo a ojos del niño una serie de significados socioafectivos de los que carecía previamente.

Madre amamantando a su bebé

Además, es evidente que, en este contexto, ni la comida ni el comer pueden mantener la asepsia emocional que quizás tendrían en caso de ser facilitados mediante una simple bomba de perfusión.

Aprendemos a alimentarnos en contacto con otras personas. Desde el nacimiento, comer es un acto social. Y esta socialidad del comer se mantiene a lo largo de toda la vida. Hasta el punto que para el común de los miembros de nuestra sociedad comer en solitario suele ser una práctica incómoda, ligeramente desasosegante, revestida de la leve sensación de tristeza que acompaña la privación social.

Cuando esto ocurre, cabe asegurar que la comida, el hecho de comer, reviste significados, se asocia a vivencias distintas de lo estrictamente nutricional.

Comer solo

¿Hay algún niño que no haya visto recompensado su buen comportamiento mediante una golosina, un caramelo, un pastelito, o cualquier otro alimento semejante? ¿Y cuántos hay que se han quedado sin postre, o se han ido a la cama sin cenar a consecuencia de su mala conducta?

Se trata de ocasiones comunes en que la comida deja de ser simplemente alimento para desdoblarse en premio o castigo, en aprobación o desaprobación social, en algo susceptible de elevar la autoestima o provocar sentimientos de frustración y culpa.

Es imposible que un niño premiado o castigado sistemáticamente con caramelos tan sólo los perciba como un simple placer para su paladar.

Golosinas

Una gran parte de nuestras celebraciones sociales de muy distinta índole se concretan en comidas compartidas: banquetes de boda (y comuniones, y de bautizos), comidas de trabajo (y de descanso), conmemoraciones de aniversarios y onomásticas, de despedidas y reencuentros, de final de curso (y de mediado el mismo, si es posible), con la pareja en la intimidad o con parejas en rutinarios intentos de ritualizar los ocios, yendo de tapas/copas con los amigos o de merienda con las amigas, para clausurar congresos o para abrir mercados, para cerrar tratos o para dorar píldoras

Comida de Negocios

Son múltiples las situaciones alimentarias en que el alimento ingerido entraña un valor añadido que está determinado por las circunstancias personales y sociales en que se come y, en consecuencia, también por las experiencias anteriores en situaciones semejantes.

Tapas

La comida deglutida puede ser de alta calidad y exquisitamente cocinada, pero sentar como un tiro y resultar aversiva, o incluso ser rechazada o vomitada, si la situación es tensa, conflictiva o aborrecible. Y, a la inversa, un alimento discretísimo desde todos los puntos de vista puede saber a gloria en situaciones gratificantes. En tales casos es cuando, ciertamente, «contigo, pan y cebolla…»

Baas et al. (1979) enumeraron los diversos usos que las sociedades hacen de los alimentos, y por consiguiente los distintos significados que se les pueden atribuir (citado en Contreras, 1993):

1.- Satisfacer el hambre y nutrir el cuerpo.

2.- Iniciar y mantener relaciones personales y de negocios.

3.- Demostrar la naturaleza y extensión de las relaciones sociales.

4.- Proporcionar ocasiones para actividades comunitarias.

5.- Expresar amor y cariño.

6.- Expresar individualidad.

7.- Proclamar la distintividad del grupo.

8.- Demostrar la pertenencia a un grupo.

9.- Hacer frente al estrés psicológico o emocional.

10.-Significar estatus social.

11.-Recompensas o castigos.

12.-Reforzar la autoestima y ganar reconocimiento.

13.-Ejercer poder político y económico.

14.-Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades físicas.

15.-Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades mentales.

16.-Simbolizar experiencias emocionales.

17.-Manifestar piedad o devoción.

18.-Representar seguridad.

19.-Expresar sentimientos morales.

20.-Significar riqueza.

Evidentemente, muchos de esos usos y significados se superponen y cada acto de comer puede implicar varios de ellos a la vez. Pero al margen de significados concretos en circunstancias concretas, hay ciertas constantes que a lo largo de la historia de la humanidad parecen mantener su vigencia.

Históricamente, la alimentación ha estado ligada al prestigio social y al estatus. Los modos de alimentarse constituyen un medio de afirmarlos frente a los demás y de adquirir prestigio.

El deseo de una promoción social, manifestada fundamentalmente a través de la adopción de alimentos, de platos y de maneras de mesa inspirados en los de una categoría social considerada superior a la que se pretende igualar o imitar ha constituido uno de los motores más poderosos de las transformaciones de la alimentación. (Contreras, 1993,p.53.)

En casi todas las religiones, el ayuno, total o parcial, está relacionado con celebraciones. Los antropólogos parecen dar por establecido que en las sociedades preindustriales, con su perenne escasez de recursos, hombres y mujeres debían adaptarse a los ritmos «naturales» de escasez y abundancia (que alguna vez la había).

Las oscilaciones entre saciedad y hambre parece que les llevaban a establecer ayunos voluntarios, creyendo que así podían conseguir de los dioses sueños y visiones, salud, buena suerte y fertilidad. Los ayunos de carácter penitencial o propiciatorio probablemente nacieron de este especial sentido del ritmo de la naturaleza.

Primavera

Pero en esta nuestra sociedad actual los ayunos y abstinencias practicados en nombre de Dios están siendo relegados al olvido con acelerada rapidez.

Seguramente falta muy poco para que puedan cobijarse bajo la categoría de piezas de museo antropológico. Mas se trata de la misma sociedad que ha dejado de padecer hambre (lo que es preciso no olvidar por significativo), de la «sociedad opulenta», la que conforman los llamados «Estados del bienestar«.

Evolución hacia la obesidad

Es precisamente en esta sociedad laica y carente de hambrunas donde aparecen con carácter epidémico jamás visto con anterioridad los ahora denominados trastornos del comportamiento alimentario (esa horrorosa y excesiva traducción de eating disorders, ya irreversiblemente arraigada entre nosotros).

Es en este nuestro mundo donde anorexia nerviosabulimia nerviosa y otros trastornos alimentarios no especificados se han extendido y extienden como una mancha de aceite, originando auténtica alarma social.

Se trata de unos trastornos, auténticas enfermedades, que justamente guardan estrecha relación con los ayunos y abstinencias que practican sus «fieles» y «seguidores». Y, siendo muchos los pacientes anoréxicos y bulímicos, no podemos olvidar que constituyen tan sólo la parte visible del iceberg, un iceberg bajo cuyas aguas se esconden múltiples miedos, motivaciones absurdas y pensamientos aberrantes, junto con un sinnúmero de comportamientos sólo comprensibles para los miembros de esa voluminosa comunidad de seguidores más o menos fanáticos.

FUENTE: EL CUERPO COMO DELITO (JOSEP TORO)


8 comentarios

  1. Ana Ortiz dice:

    HAY BIBLIOGRAFIA DE ESTO? GRACIAS

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  2. ale dice:

    hola!! oye hay alguna definicion respecto al hacer frente a estress psicologico o emocional?? me ayudarias mucho!

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  3. dianella dice:

    quien me da ejemplos de los diversos usos alimentarios de los 20 puntos!

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  4. Muchísimas gracias. Acabo de verla y realmente la conferencia de Iñaki Martínez de Albeniz, La gastronomía como relación social, es muy interesante y recomendable:

    http://www.dialogosdecocina.com/2009/home/ctrl_index.php?accion=videos&id=7

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  5. TMR dice:

    Te recomiendo que escuches la conferencia de Iñaki Martinez de Albeniz, «La gastronomía como relación social»

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  6. YO QUIERO A YUDAR A LOS PROBRE QUE NO TIENE UN ACASA.COMIDA.ROPA.PARA QUE ESTEN BIEN

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  7. Hola Oscar. Lo que me pides es lo siguiente:

    CONTRERAS, J. (1993) «Antropología de la alimentación». EUDEMA, S.A. Salamanca.

    Saludos.

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  8. oscar lopez dice:

    Como puedo saber el nombre del libro donde ponen los 20 puntos.

    Gracias

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